Insumos agrícolas: ¿Una nueva industria nacional de fertilizantes y agroquímicos?

Por Equipo Hanna | Hace 2 años 2 semanas en Noticias | Comentarios

Con el fin de incrementar la productividad agrícola y lograr una industrialización con sustitución de importaciones, el PDES propone poner en marcha siete nuevas plantas de insumos agrícolas. Las siete nuevas plantas a ser conformadas serían: una para la fabricación de fertilizantes NPK y seis otras para la producción de bioplaguicidas y biofertilizantes. Por otro lado, propone potencializar la Planta de Urea y Amoniaco (PUA) ubicada en Bulo Bulo, Cochabamba.

La producción de las plantas de urea y NPK están direccionadas fundamentalmente a satisfacer la demanda del sector agroindustrial, mientras que no queda claro a qué sector estaría destinada la producción de las otras seis plantas. Sin embargo, a pesar de que se plantea generar toda una nueva industria de insumos agrícolas, las metas planteadas por el PDES son totalmente marginales en comparación a la demanda nacional. Por el contrario, el PDES no plantea ninguna meta para reducir el uso de plaguicidas y fertilizantes, y mucho menos propone prohibir el uso de pesticidas considerados tóxicos o dañinos que se comercializan en el país.

En Bolivia el modelo agrícola predominante es altamente dependiente de los insumos químicos. El negocio de los agroquímicos en el país está caracterizado por su absoluta dependencia de productos fabricados en el extranjero. En los últimos años, las importaciones de fertilizantes crecieron significativamente, pasando de 39 mil toneladas en 2006 a 104 mil toneladas en 2020, por un valor CIF de 57,9 millones de dólares americanos. Esta misma tendencia se observa con los pesticidas: el año 2000 Bolivia importó 9 mil toneladas, para 2020 el país importó 54 mil toneladas de pesticidas, por un valor CIF de 221,6 millones de dólares; siendo que la mayoría de estos pesticidas tienen una clasificación de peligrosidad de tóxico y dañinos para los seres humanos y el ambiente.

La industrialización y sustitución de importaciones es el eslogan que atraviesa transversalmente todo el PDES. Parte de esta sustitución está orientada, entre otros, a la producción nacional de insumos para la agricultura e industria, buscando aumentar hasta en un 47% su producción a nivel nacional.

Así pues, con el fin de incrementar la productividad agrícola y lograr una industrialización con sustitución de importaciones, el PDES propone crear siete nuevas plantas de insumos agrícolas: una para la fabricación de fertilizantes a base de fertilizantes nitrogenados, fosforados y potásicos (NPK) y seis otras para la producción de bioplaguicidas y biofertilizantes. Por otro lado, propone potencializar la Planta de Urea y Amoniaco (PUA) ubicada en Bulo Bulo, Cochabamba. ¿Cuál será el nivel de incidencia de estas plantas? ¿Cuál será su efecto en reducir la importación de estos insumos agrícolas? ¿Cómo ayudarán a incrementar la productividad agrícola? ¿Qué plantea el PDES para reducir la dependencia de estos insumos y prohibir el uso de plaguicidas tóxicos?

Una nueva industria nacional de fertilizantes multinutrientes

Bolivia depende ampliamente de la importación de fertilizantes, los mismos que entran al país tanto por la vía legal como por el contrabando. Según el INE, en 2020 la importación legal de fertilizantes fue de 104 mil toneladas; siendo que la amplia mayoría (el 61%) corresponden a fertilizantes con dos o tres elementos de nitrógeno, fósforo y potasio, y en menor medida fertilizantes nitrogenados (el 34%).

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Respecto al consumo, el Plan nacional de fertilización y nutrición vegetal de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo) señala que en 2018 en el país se emplearon unas 149 mil toneladas de fertilizantes. La urea (fertilizante a base de nitrógeno) fue el fertilizante más usado en ese periodo. Después de la urea siguen el fosfato di amónico y el fosfato mono amónico (ambos fertilizantes a base principalmente de fósforo y nitrógeno), y en cuarto y quinto lugar los fertilizantes triples y los categorizados como Otros (fertilizantes NPK más otros nutrientes).

Si aglomerados todos los fertilizantes a base de dos o tres elementos de nitrógeno, fósforo y potasio utilizados en 2018, en conjunto suman el 60% del total de fertilizantes utilizados en 2018. En otras palabras, el empleo de fertilizantes del país consiste en fertilizantes en base a dos o tres componentes nitrogenados, fosforados y potásicos, y en fertilizantes nitrogenados.

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El PDES 2021-2025 plantea implementar y poner en operación para el 2025 una industria nacional de fertilizantes multinutrientes – a base de fertilizantes nitrogenados, fosforados y potásicos – con el fin de sustituir las importaciones de ese sector. Esta planta tendría una capacidad de producir 60.000 toneladas al año de fertilizantes NPK, lo que representaría, de acuerdo al PDES, el 38% de sustitución de importaciones de este tipo de fertilizantes (Meta 2.2.1).

De los mismos datos proporcionados por el PDES podemos deducir que, según el gobierno, la demanda nacional solo de fertilizantes NPK en 2020 estaría alrededor de las 157 mil toneladas. Sin embargo, como vimos párrafos arriba, esto contradice las cifras del INE.

Si partimos de los datos de importación en 2020 de fertilizantes con dos o tres elementos de nitrógeno, fósforo y potasio (los 63 mil toneladas), en realidad vemos que la propuesta del PDES se acercará a sustituir el 94% de las importaciones de estos fertilizantes. En este punto es inevitable preguntarse por qué los datos del PDES varían tanto de las cifras oficiales del INE y, más importante aún, si es realmente factible llegar a estos volúmenes de producción en un periodo tan corto.

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Más allá de la veracidad de los datos y de la viabilidad de la propuesta, surgen otras interrogantes relacionadas a los beneficios de desarrollar una industria nacional de fertilizantes NPK, como ser: ¿A qué mercado está destinado estos fertilizantes? ¿Qué sector sería el más beneficiado? ¿Cómo contribuye a la producción agrícola nacional? ¿Qué nos dice la demanda de estos tipos de fertilizantes sobre la condición de la agricultura nacional? Parte de la respuesta la da el mismo gobierno.

Según el informe de gestión presentado por gerente ejecutivo de la Empresa Boliviana de Industrialización de Hidrocarburos (EBIH), la producción de la planta de fertilizantes NPK estaría dirigida fundamentalmente a proveer al sector agroindustrial.

Los datos proporcionados por la Anapo corroboran esta premisa. De acuerdo al Plan nacional de fertilización, en la gestión 2018 se estima que se fertilizaron alrededor de 754 mil hectáreas, equivalente al 20% de la superficie cultivada en el país durante ese año, y con un empleo por área de cultivo que bordea los 24,4 kilogramos/hectárea. La soya, el cultivo principal del sector agroindustrial, fue el cultivo con mayor superficie fertilizada en 2018, con 277 mil hectáreas y el segundo cultivo con mayor consumo de fertilizantes, con 28 mil toneladas.

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Estos datos resaltan dos elementos importantes. Por un lado, que gran parte del empleo de fertilizantes a nivel nacional se destina a cultivos industriales como la soya y por tanto, una nueva industria nacional de fertilizantes NPK beneficiaría en gran medida al sector agroindustrial. Por otro lado, proporcionan un breve reflejo de la condición actual de la agricultura nacional, donde cultivos tan simbólicos y estratégicos para la seguridad y soberanía alimentaria nacional como lo es la papa cada vez más dependen del empleo de fertilizantes para mantener niveles mínimos de producción.

Potencializando la Planta de Urea y Amoniaco con miras a la exportación

El plan a 2025 del gobierno para fomentar la producción de insumos agrícolas y sustituir sus importaciones no se enfoca en los fertilizantes multinutrientes NPK, sino en fertilizantes nitrogenados como la urea. Aparte de la reactivación de la Planta de Urea y Amoniaco (PUA) ubicado en Bulo Bulo, Cochabamba, el PDES plantea llegar a las 623 mil toneladas de producción de este fertilizante para 2025. De las cuales, 56.425 toneladas serían para abastecer el 100 % del mercado interno y 566.575 toneladas estarían destinadas a la exportación (Meta 2.3.1).

¿Qué tan factible es llegar a esos volúmenes de producción? De acuerdo con YPFB, la PUA tiene una capacidad instalada de producir 2,1 mil toneladas/día de urea y 1, mil toneladas/día de amoniaco, equivalente a unas 630 mil y 360 mil toneladas por año respectivamente. En 2019 la PUA produjo 330 mil toneladas de urea, de las cuales se comercializaron 36 mil toneladas en el mercado interno y 343 mil toneladas en el mercado externo, según los datos de YPFB.

Luego de la paralización de la planta en 2020 y parte del 2021, en el último trimestre de 2021 la PUA produjo 159 mil toneladas (la mitad de lo que se produjo durante toda la gestión de 2019). De este total, se comercializaron 136 mil toneladas en el mercado externo, por un valor de 51,6 millones de dólares; y en el mercado interno se comercializó 28 mil toneladas, por 15,5 millones de dólares. Para 2022, se proyecta que la planta opere a una tasa promedio del 85%, alcanzando una producción de entre 590 mil a 600 mil toneladas.

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La pregunta que salta a la vista es ¿Por qué con una producción de 330 mil toneladas en 2019 no se abastece la demanda nacional que en 2018 no superó las 48 mil toneladas? ¿Por qué se sigue importando fertilizantes nitrogenados a pesar de tener una planta con una capacidad instalada de 2,1 mil toneladas al día? Parte de la respuesta yace en las constantes paralizaciones que tuvo la planta. Desde el 2017, año que se inauguró la PUA, esta planta sufrió varias paralizaciones en su producción.

Desde noviembre de 2019 hasta octubre de 2021 la planta se encontraba completamente paralizada. Esta producción intermitente de la PUA condiciona el abastecimiento interno e imposibilita dejar de importar fertilizantes nitrogenados.

Por otro lado, están los precios de venta de la urea. Los datos de YPFB sugieren que la prioridad de la PUA es el mercado internacional más que el mercado nacional. Pues, si bien la PUA tiene una capacidad instalada para abastecer el mercado interno, debido a la alza del precio de fertilizantes en el mercado internacional, es predecible que el gobierno siga dando prioridad a ese mercado. Esto condiciona la venta en el mercado nacional, limitando el acceso de los productores de la urea nacional debido a los cupos limitados y a falencias en su distribución

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¿Biopesticidas y biofertilizantes para incrementar la productividad agrícola?

El otro insumo agrícola que apunta el PDES para incrementar la productividad agropecuaria y lograr una industrialización con sustitución de importaciones son los pesticidas, presentados esta vez bajo una modalidad de biopesticidas. Así, el PDES propone para 2025 poner en operación seis plantas de insumos agrícolas, destinadas a producir: 948 toneladas/año de biofungicidas, 1.188 toneladas/año de bioinsecticidas y 4.422 toneladas/año de biofertilizantes. De acuerdo a esta planificación, se proyecta que estos tres insumos serán aplicados a 423.045 hectáreas de cultivos por año (Meta 3.2.3).

Hasta acá surgen tres interrogantes principales. La primera se relaciona con la línea base. Según el PDES, en el 2020 en el país no existían plantas de este tipo en operación y la producción de estos insumos agrícolas era igual a cero. Así pues, el PDES omitió hacer referencia a la Empresa Estratégica de Producción de Fertilizantes Boliviana (EEPAF). Esta empresa, creada en 2012 por Decreto Supremo Nº 1310, tiene como función producir abonos y fertilizantes para incrementar la productividad agrícola del país.

Actualmente la EEPAF posee dos plantas de tratamiento de residuos biodegradables: una en Viacha, con capacidad productiva de 2.000 toneladas/año y otra en Villa Tunari, con capacidad de 1.000 toneladas/año ambas para producir compost y humus de lombriz además de la formulación de fertilizantes foliares. A esto se añade el reciente convenio suscrito para implantar hasta el 2023 una nueva planta de bioinsumos en Pampa Grande, Santa Cruz; la cual produciría 145 toneladas/año de bioacaricidas, bioinsecticidas, biofunguicidas y bioabono.

La última rendición de cuentas de la EEPAF señala que durante 2021 la EEPAF produjo 383 toneladas de abonos orgánicos, además de 10 mil litros y 23 mil kg de insumos agrícolas destinados a abastecer el “Programa trigo”. ¿Por qué el PDES parte en su línea base que existe cero producción de biofertilizantes en el país? ¿Cómo es posible que el gobierno omitió la EEPAF?

La segunda cuestión es ¿Cuál es la demanda actual de este tipo de plaguicidas? Lamentablemente no se encuentran datos actualizados sobre el uso ni la importación de este tipo de plaguicidas. Los datos más actualizados al respecto son de 2015 y se refieren solo a la superficie cultivada de producción ecológica certificada, la cual bordeaba las 240 mil hectáreas en 2015, equivalente al 6% de la superficie total cultivada en esa gestión (véase capítulo 3). No obstante, los datos sobre uso e importación de plaguicidas convencionales nos proporcionan una referencia de la condición actual de la agricultura nacional y de la dependencia de este tipo de insumos agrícolas.

Bolivia depende enteramente de los plaguicidas importados de otros países, ya sea de forma legal o ilegal. Como mencionamos párrafos arriba, durante el 2020 al país se importaron legalmente 54 mil toneladas de pesticidas. Por otro lado, según los datos más actualizados de la FAO, el promedio de uso de plaguicidas en 2018 era de alrededor de 3.1 kilogramos/hectárea. De consolidarse la meta planteada por el gobierno, para 2025 Bolivia estaría produciendo 2.136 toneladas de biopesticidas, esto representa apenas el 4% del total de pesticidas importados legalmente durante 2020. Bajo este escenario, la pregunta inmediata es sí la intención de producir 2.136 toneladas de biopesticidas es realmente una propuesta sensata para lograr una sustitución de importaciones y, por lo mismo, qué sentido tiene invertir en seis plantas para cubrir a duras penas el 4% de las importaciones de estos insumos agrícolas.

El último interrogante gira en torno a la superficie que sería aplicada con estos bioplaguicidas y biofertilizantes. De acuerdo al INE, la superficie cultivada en Bolivia durante la campaña de verano 2019-2020 fue de 3.8 millones de hectáreas. De estas, según la clasificación del INE, 1.7 millones de hectáreas eran cultivos oleaginosas e industriales y 2.1 millones de hectáreas corresponden a otros cultivos como cereales, frutales, hortalizas, entre otros.

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Bajo este contexto, la propuesta del PDES de aplicar estos insumos agrícolas en 423.045 hectáreas de cultivos tiene limitaciones considerables. Más allá de las consideraciones que representaría el uso de estos biopesticidas y biofertilizantes sobre la superficie cultivada bajo certificación ecológica (véase capítulo 3), la propuesta del PDES representaría el 10% de la superficie cultivada de cultivos convencional del país en 2020. Para ser aún más específicos, las 423.045 hectáreas apenas representan el 19% de la superficie cultivada solo de los cultivos catalogados por el INE como no industriales.

En todo caso, lo concreto en relación a estos insumos agrícolas es que el plan de desarrollo del gobierno al 2025 no contempla contrarrestar la dependencia que tiene la agricultura nacional de estos insumos. El PDES no plantea ninguna estrategia o meta específica para reducir el uso de plaguicidas y fertilizantes.

Tampoco propone prohibir el uso de pesticidas considerados tóxicos o dañinos para los seres humanos y la naturaleza, que en Bolivia representan hasta el 46% de los plaguicidas que se importaron al país durante 2019. En este sentido, queda claro que la prioridad del PDES es mantener el arquetipo agrícola actual dependiente de insumos agrícolas externos que favorecen en gran medida a la reproducción del modelo agroindustrial dominante.

Fuente: Fundación Solon

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