Bolivia aún ocupa últimos lugares en ranking de atracción de inversión minera
El último reporte 2022 del Instituto Fraser de Canadá revela que Bolivia mantiene los últimos puestos como país atractivo para la atracción de inversión minera. El país se encuentra en el puesto 52 entre 62 naciones tomadas en cuenta en la encuesta realizada por esa institución. Pese a todo, cuenta con enorme potencial minero y el Estado Plurinacional apunta por ejemplo al litio para atraer capitales.
El índice de atractivo para las inversiones combina el índice de potencial mineral de mejores prácticas, que clasifica las regiones según su atractivo geológico, y el índice de percepción de políticas (IPP), un índice compuesto que mide los efectos de la política gubernamental sobre las actitudes hacia la inversión en exploración.
El Índice 2022 del Instituto Fraser evidencia que los primeros lugares o las naciones más atractivas para atraer inversión son ocupados por países como Guyana que está en el puesto 22 entre 62 países, Brasil 25, Ecuador 27, Perú 34, Chile 34, Colombia 36. Bolivia en 2021 ocupó el puesto 70 entre 84 países, en 2020, el puesto 72 entre 77 países y en 2019 el número 48 entre 76 países y en 2018 el puesto 74 entre 83.
El exministro de Minería, Dionisio Garzón, opinó que los últimos años hubo poca atracción de inversión en minería e incluso se tuvo desinversión y que en el último año el sector depende de la inversión del sector gubernamental y convenios con países amigos.
Uno de los inconvenientes, dijo Garzón, para la llegada de capitales es la legislación dura en impuestos y regalías. “Hay pocos inversionistas interesados en participar en proyectos de minería en un país donde las áreas fiscales son controladas por el Estado y si se hace un proyecto debe aliarse con el gobierno y la ley dice que el Estado tiene derecho a una participación de 55% de utilidades, son factores que generan un desincentivo para invertir”, apuntó.
Por otra parte, dijo que en Bolivia un problema son las tomas de minas y avasallamientos por parte de comunarios y otros actores y cualquier emprendimiento debe ser expuesto a consulta previa.
¿Qué problemas trae esto?
Según Garzón, así como el sector hidrocarburos, en minería, hay que explorar, perforar antes de encarar la fase final de extracción del mineral y esa tarea es cara, ya que se necesita cientos de miles de dólares y es una etapa de alto riesgo y si se deja todo en manos del Estado, se gasta la poca plata que se pueda contar. Los resultados pueden ser positivos o negativos, pero si se deja esto en manos del sector privado, el riesgo lo asumen los inversores.
Si la inversión es exitosa, el Estado se beneficia de impuestos, regalías, comparte las ganancias y divisas por las exportaciones. De hecho, las empresas como San Cristóbal son las que más aportan en regalías e impuestos en comparación al sector cooperativo o la minería chica.
Otro impacto positivo que genera la inversión privada extranjera es que las empresas cuentan con tecnología y la espalda financiera para encarar una minería de gran volumen y remediar los impactos ambientales cuando se ejecuta la operación como cuando se termina, lo cual no ocurre con otros sectores, agregó.
De acuerdo con Garzón, desde hace un par de años hay unos cinco a seis proyectos mineros nuevos en el país que están en la etapa de evaluación económica preliminar para ingresar a la fase de exploración, pero necesitarán garantías para recuperar la inversión a ejecutarse.
La Fundación Milenio señaló en un informe de 2021 que la revolución energética y tecnológica mundial está generando una nueva y creciente demanda especializada por productos mineros no tradicionales, tales como litio, cobalto, niobio, tantalio, uranio, bismuto, tierras raras, indio, galio, germanio y otros, para los cuales Bolivia tiene un atractivo potencial geológico.
De acuerdo con la entidad, la región andina del occidente de Bolivia ha sido tradicionalmente una prolífica fuente de una variedad de metales.
Por otra parte, en el oriente del país, en el Escudo Precámbrico, se han identificado prospectos y yacimientos similares a los de Brasil, Sudáfrica, Canadá y Australia, con potenciales para minerales tradicionales y no tradicionales, como níquel, metales del grupo del platino, tierras raras, fosfatos, uranio, torio, niobio, litio, berilo, estaño, piedras preciosas, rocas ornamentales y otros.
El país tiene también un buen potencial de oro detrítico aluvial, probablemente uno de los mayores de Sudamérica, y posee enormes depósitos evaporíticos de litio, potasio, boro, magnesio y sodio.
Inversión estatal y litio
El presidente Luis Arce destacó el 3 de septiembre que Bolivia es el país con más reservas de litio en el mundo y anunció inversiones de más de 3.000 millones de dólares. “Por ello, establecimos un modelo soberano de inversiones para su industrialización, bajo el control de nuestros recursos y su explotación. La inversión comprometida superará los $us3.000 millones”, remarcó en su cuenta en redes sociales.
Sin embargo, se estima que hasta el momento el país ya ejecutó una inversión de unos 1.000 millones de dólares en el lito y aún está por funcionar a gran escala la planta industrial de carbonato de litio. Aún no se producen baterías que es lo que comienza a demandar la industria eléctrica de automóviles en el mundo, de acuerdo con el analista Héctor Córdova.
El analista minero, Héctor Córdova explicó en medios locales que hasta el momento el Estado ejecutó la planta de cloruro de potasio, con un coste de unos 200 millones de dólares; la fábrica de baterías de litio con una inversión de un millón y medio de dólares; las piscinas de evaporación; la planta de tratamiento de agua, con un valor de 344 millones de bolivianos; la construcción de una planta industrial de carbonato de litio, que costó 115 millones de dólares. A esto se debe sumar la inversión en obras complementarias como servicios básicos, caminos y adquisición de maquinarias.
El ministerio de Minería proyectó en 2022 una inversión pública en minería de 1.581.3 millones de bolivianos para diferentes proyectos de Comibol, Colquiri, Huanuni, Mutún, Vinto. La ejecución el año pasado fue de 77%, es decir 1.221,3 millones de bolivianos.
Fuente: Urgente.Bo