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¿Qué nos dice la turbidez sobre la calidad del agua potable?

La turbidez del agua es uno de los parámetros más importantes en la calidad del agua de consumo humano. Un agua turbia no solamente tiene un impacto estético negativo para el consumidor, la turbidez es también un indicativo de una mayor probabilidad de contaminación microbiológica y por compuestos tóxicos, que se adhieren a la materia dispersa en el agua. Y, consecuentemente, indica también una mayor dificultad para la desinfección efectiva del agua.

A todos nos gusta el agua clara y desconfiamos del agua turbia. Y no vamos errados.

La turbidez del agua es uno de los parámetros más relevantes en el control de la calidad del agua de consumo. Los sólidos dispersos y las partículas en suspensión en el agua turbia pueden actuar como portadores de contaminación microbiológica y también propician la adhesión de metales pesados, compuestos orgánicos tóxicos y pesticidas.

El control de la turbidez del agua está estrechamente relacionado con la eficacia de los procesos de desinfección, tanto químicos (cloro u otros biocidas) como físicos (radiaciones UV).A mayor turbiedad, mayor particulado en suspensión en el agua, lo que aumenta la posibilidad de refugio de bacterias, virus y protozoos patógenos en los microhuecos de las partículas en suspensión, y la disminución de la eficacia de los desinfectantes, al no poder contactar físicamente con el organismo diana a eliminar.

Además de partículas inertes en suspensión, el agua turbia puede contener también materia orgánica en suspensión, lo que inhibe el efecto del biocida, que se pierde al reaccionar con la materia orgánica, y esta reacción puede dar lugar a la formación de subproductos de la desinfección, como los trihalometanos y las tricloroaminas, nocivos para la salud humana.

No es de extrañar pues que la turbidez sea un parámetro que esté incluido en la normativa vigente relacionada con el agua: la turbidez tiene límites máximos permitidos en el Norma Boliviana NB512 sobre el agua potable correspondiente a un valor máximo aceptable de 5 UNT.

Medición de la turbidez

La turbidez, en general, se define como la propiedad óptica de una suspensión, que hace que la luz se disperse y no se transmita a través de la suspensión.

La ISO 7027-2016 establece como única fuente de luz para la medición de la turbidez la fuente de luz Infrarroja a 860 nm. Sin embargo, convendría tener en consideración el uso complementario de la luz blanca o visible, sobre todo a la hora de medir en rangos muy bajos de turbidez, debido a que demuestra una dispersión mayor de la luz frente a tamaños de partículas más pequeños, en comparación con una longitud de onda mayor como la infrarroja.



La norma ISO 7027-2016 partes 1 y 2 especifica dos métodos cuantitativos para la determinación de la turbidez del agua, utilizando nefelómetros o turbidimetros ópticos, que miden la intensidad de la luz dispersada cuando un rayo de luz pasa a través de una muestra de agua.

La turbidez se mide en UNF/NTU: Unidades Nefelométricas de Turbidez. Según la OMS (Organización Mundial para la Salud), la turbidez del agua para consumo humano no debe superar en ningún caso las 5 NTU, y estará idealmente por debajo de 1 NTU.

La norma indica como métodos cuantitativos de la medida de turbiedad:

Nefelometría

procedimiento de medición de la luz dispersa o difusa 90º, aplicable al agua de baja turbidez (entre <0,05 y 400 UNF/NTU) y recomendado para turbidez en aguas de consumo humano.



Turbidimetría

procedimiento de medición de la atenuación de un flujo radiante ( luz trasmitida / atenuada a 180 º) más aplicable a aguas altamente turbias, por ejemplo, aguas residuales.



La turbidez medida por el segundo método se expresa en unidades de atenuación de formazina (FAU), los resultados suelen oscilar entre 40 FAU y 4 000 FAU.

Existe una equivalencia numérica de las Unidades Nefelométricas de Turbidez (UNF) y las Unidades de Atenuación de Formazina (FAU).

Técnica instrumental

La medición de la turbidez es una Técnica Instrumental, que requiere una formación previa y protocolos a seguir para poder ser repetitivos y reproducibles.

Un aspecto fundamental es la calibración de los instrumentos de medición con estándares predefinidos. La ISO 7027-2016 explicita el uso de estándares de polímero AMCO y de formazina.

El polímero presenta ventajas respecto a la formazina: son gránulos de estireno divinilbenceno, estable en suspensión, que garantiza la repetitividad en el resultado a lo largo del tiempo, y no contiene sulfato de hidrazina, una sustancia altamente tóxica contenida en la solución de formazina, cuyo uso debe ser limitado o eliminado si existe alternativa.

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